viernes, 17 de junio de 2011

Anonymous: El rumbo del Movimiento 15 de Mayo.



Vivimos instalados en un espejismo hecho a medida de las necesidades que nos han creado.
La ilusión de estabilidad y seguridad en la que permanecemos aletargados se sustenta en el miedo que nos han inoculado durante generaciones. Miedo a perder lo que creemos que tenemos; pero no tenemos nada. La democracia ha devenido en una suerte de plutocracia global disfrazada. Una ramera que nos acaricia por la noche y nos hace creer que nos ama, pero sólo quiere nuestro dinero.
Y tan cómodos estamos yaciendo en su colchón que la idea de despertar y apartarnos de la mano que acaricia nuestras conciencias nos aterroriza.
Las protestas nos dignifican, y los gestos poéticos nos elevan a la categoría de rebeldes con causa.
Pero una flor no tapa un cañón, y un grito mudo no se oye.
En consecuencia, el movimiento del 15 de mayo termina convirtiéndose en un león encadenado que ruge, furioso, a las hienas que ríen seguras en sus madrigueras.
Hemos aprendido a temer la violencia que nos arrastra a tiempos pasados y nos aproxima a lugares en que la vida es frágil, y depende del capricho o intereses de aquellos que detentan el poder.
Sin embargo, a pesar de lo lejos que nuestras avanzadas democracias fingen haber llegado en materia de derechos civiles, se nos somete sistemáticamente a una violencia atroz y cruel.
Ancianos que trabajan durante toda su vida apenas tienen dinero para subsistir.
Familias enteras son desahuciadas y abandonan sus hogares con una deuda inasumible como único equipaje.
Empresarios pierden sus negocios en favor de una banca voraz.
Trabajadores se quedan en la calle sin posibilidades de reincorporarse a un circuito laboral cada vez más excluyente.
Las hienas engordan devorando nuestra carne y bebiendo nuestra sangre.
Y el león que hoy ruge con formidable ira, pronto se agotará y volverá a dormir; callado, quieto, impotente.
No importa cuánto y cuán fuerte gritemos, dónde nos manifestemos ni a quién se ponga en evidencia por sus actos de corrupción, prevaricación., de avaricia insaciable.
Nadie escucha.
El sistema está tan enfermo, que ya ni siquiera es necesario disimular ni tratar de mantener limpia la propia reputación para desempeñar la función pública.
Las protestas de los últimos tiempos son el contrapunto dialéctico a una sociedad podrida y agonizante.
Un acto retórico bello e inútil.
Una brizna de aire fresco que no puede disolver la fetidez que respiramos.
No hemos conseguido nada.
Nada ha cambiado.
Hemos dormido durante demasiado tiempo.
Hemos elegido vivir el sueño dibujado por otros, aunque se convierta en una pesadilla.
Es demasiado tarde...
O tal vez....
No.

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