viernes, 18 de marzo de 2011

Fuerzas de flaqueza.

Hace tiempo que no me sentía así, por una vez más me siento perdido, con la cabeza medio ida, medio congelada de pensamientos que no me ayudan en nada, de no saber, de un intento de olvido que me impulsa a recordar, herido bajo un rostro que desborda alegría, que se intenta camuflar.

No debo impacientarme por un cambio inmediato, pues los cambios siempre se toman el tiempo necesario para acumular esa energía proyectada y lanzarla donde debe estar... así funciona, siempre fue así, por lo menos en el mundo de los deseos.

Sé que si miro atrás estaré perdiendo tiempo y fuerzas, lo más lógico por mi parte sería acumular todo el potencial exponencial, proyectarlo en forma de onda insonora y dejar que sea la vida misma quien me sorprenda, porque ahí es donde reside la magia... la magia de ser uno mismo, de saber que hay un mundo mejor en cualquier parte del mundo, de que un día todo vuelve a la normalidad.

¿Acaso no merece la pena? saber que ahí fuera hay algo que nos espera tanto como nosotros lo esperamos, energías que se están atrayendo con objeto de deseo, con ansias de calmar las ansias, ese algo sin nombre, ese algo que completa nuestra alma incompleta.

Estoy dispuesto a seguir caminando por esta vida gris, lo haré en modo tortuga lentorra... despacio, con cautela y dentro del caparazón que me protegerá de los ataques de los carroñeros.... no importa cuan largo ha de ser el camino, porque el tiempo de la vida es efímero, ¿y que mejor forma que ver como pasa el tiempo que caminando?.
Si pudiera elegir un momento un momento de mi vida, elijo el presente, donde mantengo la cabeza alta, pero con pequeños altibajos que siembran la presencia de la duda, entonces, es cuando uso mi resistencia ante la adversidad, la que me dice que cada día salga a luchar al ring de la vida, la que me impulsa a levantarme cada día de soledad.

Si por mis ganas de vivir construí mi propia tumba, ¿qué paso con mis ganas de morir?
Nadie me destruyó, yo me rompí a mi mismo,
pensando que siendo mejor persona tendría el mundo ganado, mi plaza en el cielo garantizada y mi nombre como recuerdo en el cielo de la boca.

Sé que no será hoy, ni mañana, ni pasado mañana... pero sé que ahí fuera el mundo me espera, con una misión que cumplir, sólo tengo que aceptar el contrato, que no es más que ganas de vivir.











Los días flacos, me los como con papas y tomate.

No hay comentarios:

Publicar un comentario